Existe en Madrid un edificio que acumula en su historia varias leyendas a cada cual más sorprendente. Se trata de San Pedro el Viejo de Madrid, una de las iglesias más antiguas de la ciudad, situada en el barrio de la latina, muy cerca de la Plaza Mayor. La iglesia es conocida por todos los madrileños por su imponente torre y por alojar la talla del Jesús el Pobre. Por cierto, que nos han contado que la torre cada vez se inclina más y es posible que con el tiempo, tengamos nuestra propia torre de Pisa en la latina.
A lo largo de su historia, como decimos, ha protagonizado diferentes historias que han pasado a formar parte del anecdotario de la capital. La primera de ellas tiene que ver con la construcción de la torre y la enorme campana que se pretendió colocar en ella.
Esta campana fue comprada por todos los cristianos del barrio que pusieron dinero para ello. Y debía haber mucho cristiano pudiente porque compraron una campana enorme y muy pesada. Parece ser, que era de peso tan desproporcionado, que los trabajadores que intentaban subirla decidieron dejarla esa noche en la calle y continuar al día siguiente ya que estaban exhaustos de tanto esfuerzo. Al día siguiente, cuando fueron a reanudar los trabajos, se encontraron con que la campana había desaparecido y al mirar a lo alto de la torre comprobaron asombrados que ya estaba colocada y repiqueteando. Nadie supo nunca que había pasado y la leyenda cuenta que los ángeles del cielo bajaron por la noche a por la campana y la colocaron en su sitio.
Otra de las leyendas que se cuentan sobre esta iglesia, también tiene que ver con la campana, y es que al parecer ha sonado dos veces sola. La primera ocasión fue el 13 de septiembre de 1598 para anunciar a los madrileños la muerte del rey Felipe II, en el Monasterio de El Escorial. La segunda ocasión, el 2 de mayo de 1808, cuando se produjo el levantamiento contra los franceses. Según cuentan las crónicas, en ninguna de estas dos ocasiones había nadie que hiciera sonar la campana de esta iglesia.
La gran campana terminó por quebrarse en 1565 debido a su peso y sus fragmentos se fundieron y se hicieron dos más pequeñas. Actualmente hay otra, más pequeña aun, que sustituyó a las dos anteriores en 1801.
También se cuenta un episodio peculiar y fascinante que sucedió en el siglo XVI cuando, tras derrumbarse un muro de la sacristía, apareció la momia de hombre que había sido enterrado de pie. Parece que las ropas se encontraban intactas y el cuerpo, salvo la cabeza, se encontraba en buen estado. Las ropas y las armas que llevaba hacían pensar que se trataba de algún personaje pudiente. Además, el hecho de enterrarlo de pie, también era habitual entre los nobles.
El caso es que las autoridades, ante lo raro del caso, decidieron exponerlo durante unos días y después enterrarlo “como Dios manda”. El caso es que nadie lo reconoció y supuestamente se encuentra enterrado en alguna tumba sin nombre dentro de esta iglesia aunque no hay constancia oficial de ello.
Y para remate de anécdotas, en el siglo XVII la iglesia se convirtió en escenario habitual de exorcismos, que eran practicados por el calabrés Genaro Andreini. Sugestionaba de tal forma a los feligreses, que venían personas incluso de fuera de Madrid para que este sacerdote les sacara el demonio del cuerpo. A tal extremo debieron llegar las colas para ser exorcizados, que el Santo Oficio decidió mandar a Andreini de vuelta a Calabria y con ello finalizar la orgía de posesiones que estaba teniendo lugar en el reino de Madrid. Y tal fama tuvo el caso, que hasta el gran Francisco de Quevedo no desaprovechó la ocasión de dedicarle unas letras al personaje:
“Venid, viejas, a San Pedro,
venid, que ya está el beato
Andreini con hisopos
preparado a sacar diablos”
Una historia fascinante la de esta iglesia madrileña. Seguro que cuando paséis por delante de ella no la veréis con los mismos ojos.
