La calle Antonio Grilo, situada en el céntrico barrio de Justicia, es sin duda la más macabra de Madrid, debido al número de asesinatos y sucesos escabrosos que se han cometido en esta pequeña vía, que va desde San Bernardo a la Plaza de los Mostenses, a lo largo de su historia. Una historia que la ha convertido en leyenda negra de la capital.
Este inmueble de 134 años es conocido como “La casa maldita”. Tiene tres plantas más el piso bajo y posiblemente sea uno de los edificios donde es más difícil vender un piso, aunque esté tirado de precio. Y es que este edificio ha sido testigo de 8 asesinatos.
En 1945 asesinaban a Felipe de la Braña, camisero de oficio, que vivía en el edificio. Este vecino fue hallado muerto de un golpe en la cabeza, el 8 de mayo de 1945, cuando llevaba muerto unos cinco días según los forenses. En su mano derecha se encontró un mechón de pelo del homicida.
El 1 de mayo de 1962, un sastre que vivía en el 3ºD, José María Ruíz Martínez, acabó con la vida de su mujer y sus cinco hijos, a los que exhibió en el balcón de la vivienda antes de quitarse la vida de un tiro en la cabeza. El mismo sastre avisó al 091 para contar lo que acababa de hacer pero sin querer decir a la policía su dirección. Finalmente lograron localizar la llamada y acudieron los agentes para intentar acceder a la vivienda. El sastre se negó a abrirles la puerta y le dijo que solo hablaría con un padre carmelita, “ya que todos los de su familia descansaban felices”.
Finalmente un religioso acudió al lugar y pudo hablar con José María desde el balcón del edificio de enfrente, mientras la calle se llenaba de curiosos. El asesino aparecía entonces con un pijama lleno de sangre, exhibiendo los cadáveres de 3 de sus 5 hijos asesinados cruelmente. A continuación enseñó una pistola al tiempo que exclamaba “¡Esto es para mí. Dios no me lo tendrá en cuenta!”. Volvió al interior del piso y se escuchó un disparo más. Se acababa de suicidar.
Cuando la policía pudo entrar al interior de la casa, el espectáculo que se encontró fue horrendo. La esposa estaba muerta en el suelo del dormitorio. Junto a la cama, dentro de su moisés, una niña de 2 años degollada. En el cuarto de baño, la hija de 14 años yacía con un tiro en la garganta. En otra habitación, otra hija de 12 años muerta sobre la cama y en otro cuarto, otros dos hermanos de 10 años, degollado, y otro de cinco años, muerto de un tiro.
En 1964 una joven veintañera acababa con la vida de su bebé en su piso de la primera planta. Según las crónicas del momento, Pilar Agustín Jimeno, estranguló a su bebé recién nacido, lo envolvió en una toalla y lo metió en un cajón de la cómoda de su habitación. Su hermana lo encontró unos días después y Pilar fue acusada de infanticidio. Todo fue para ocultar la deshora de ser madre soltera.
No solo en ese edificio del número 3 ocurrían hechos tan terribles. Accidentes de motocicleta, ajustes de cuentas, suicidios, atropellos de tranvía y otros asesinatos tienen esta calle como escenario macabro.
En 1909 una mujer en silla de ruedas, lanzó un frasco con vitriolo a la amante de su esposo, al encontrarlos en la cama. Afortunadamente la joven agredida resultó ilesa. Un año después, un hombre se lanzó desde la ventana de una 5ª planta de uno de los edificios de la calle. En 1911 “un individuo que vestía capa y gorra” se acercó a dos hermanos, Ildefonso y Nicolás Cortijano, de 10 y 6 años, y atacó al mayor tapándole la cara con un pañuelo empapado en cloroformo. A continuación le robó el gabán, las botas y el delantal al más pequeño. En 1913, un niño muere arrollado por un carro. Otro trágico suceso le ocurrió a un matrimonio, en 1915, que paseaba por la calle, y al que se acercó un hombre que degolló al marido, sin mediar palabra.
En 1932 se tiene de nuevo constancia de una noticia truculenta relacionada con la leyenda de la calle Antonio Grilo. Dos cocineros, del cercano café de San Bernardo, comienzan a pelear en esta calle aparentemente en broma pero rápidamente suben el tono de los insultos hasta que uno de ellos golpea con una botella en la cabeza al otro, que saca un cuchillo y se lo clava en el vientre.
Para dar más valor si cabe, a la leyenda negra de la calle Antonio Grilo, en el subsuelo del edificio del número 9, en unas cuevas hoy en desuso, se encontraron una gran cantidad de fetos humanos acumulados. Parece ser que en la época de la posguerra muchas mujeres acudían a ese lugar para abortar.
Muchas son las teorías sobre la supuesta maldad que reside en estos 60 metros de calle madrileña. Una de las teorías más conocidas es la que dice que todos estos sucesos ocurren porque la calle y sus edificios se levantan sobre un terreno que en el siglo XVI ocupaba el beaterio de Santa Catalina de Sena, en el que había un cementerio. ¿Será esta la influencia maldita que impregna esta calle madrileña?
